lunes, 19 de abril de 2010

Independencia y revolución?

Ya comenté el otro día que hoy, lunes 19 de abril, se celebraba en Venezuela el Bicentenario de su Independencia del Reino de España o del Imperio español, como otros vienen a decir. Yo que nunca he sido muy patriota (a pesar de tener pasaporte español por obligación), nunca he entendido demasiado bien estas celebraciones de las fechas patrias. Pero bueno, esta mañana me levanté con la sensación de vivirme un día histórico en un país distinto al mío, y con la curiosidad metida en los ojos de tratar de ver por la televisión el desfile conmemorativo de la fecha. Por cierto, un país, con unos ciudadanos en la playa, salvo los que fueron al desfile, porque el fin de semana en Caracas ha sido de lo más tranquilo.
De entrada, a primera hora de la mañana, leo en internet que una encuesta de Datanálisis dice que el 70% de los venezolanos desconfía de Hugo Chávez. ¿Hasta cuándo las encuestadoras van a seguir engañando? ¿Hasta cuándo los políticos y periodistas de este país van a seguir haciendo política, oposición o información a través de lo que dicen o dejan de decir las encuestas? Me parece patético… El mundo se cambia desde la acción, no desde las encuestas. Aquí la cosa está prácticamente 50-50 y el que no lo quiera ver, que se vaya a su casa.
Bueno, volviendo a la conmemoración de la fecha patria, o más bien al desfile. Una de mis dudas fue, tras ver la primera parte, si siempre había sido un desfile cívico-militar. Tras preguntar a varias personas cercanas, que me llegaron a calificar de “carnaval” el desfile, llegué a la práctica certeza de que en tal día como hoy, siempre el desfile había sido militar. Entonces, ¿Por qué se incorpora hoy el componente cívico? ¿Será para otorgarle mayor gloria y honor al máximo gobernante del país, o será para hacerlo especial por la fecha bicentenaria? Yo creo más en lo primero, y es que el desfile ha estado repleto de actos de devoción al máximo mandatario, como si fuera la reencarnación de Simón Bolívar, el Libertador, cuya espada también desfiló, tal cual el brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús en las conmemoraciones del puto Franco del puto Día de la Victoria.
¿Por qué no se invitó a los gobernadores de la oposición? Esa fue otra de mis preguntas. ¿Será que no forman parte del Estado venezolano y no tienen derecho a participar en tan magno evento? Luego la ausencia de representantes colombianos también llama la atención, igual que la de españoles (aunque hubiera sido Moratinos, tan amiguete del “jefe”). Y luego el título del desfile: Por la Independencia y la Revolución. ¿Qué más independencia si ya se disfruta 200 años?
Aunque si desfilaron cubanos, angoleños, bielorusos, libios... todos ellos ejemplos de democracias claras e irrestrictas.
Porque, claro… durante el acto, el señorito dijo que la lucha por la independencia “no terminó” y dijo que el desfile “muestra que el ejército y el pueblo en armas están unidos en la defensa del país”. ¿El pueblo en armas? El pueblo lo que está es harto de que haya tantas armas asesinando a la gente por doquier. Y de que no haya azúcar, porque te lo venden contrabandeado en el mercado.
Pero volviendo al acto. En su primer discurso del día (de verdad, que no sé cuántos habrá hecho hoy, con uno tuve bastante), presentó a los mandatarios latinoamericanos presentes como descendientes de cada una de las etnias originarias de sus países. Pero tuvo el descaro de presentar a Raúl Castro como un indio taíno de pura cepa. ¿No habíamos quedado en que el padre de Fidel y Raúl era gallego (si, de la Galicia imperialista) y la madre canaria (si, de las Canarias imperialistas)? Coño Hugo, de verdad… léete algo antes de hablar tanto. Porque además, me llegas al desfile en un Cadillac estrepitoso… ¿lo fabricaron en San Juan de Manapiare? Machote, háztelo mirar, de verdad!!!
A ver! Al acto!
Me sorprendió el colorido del acto, primero con los indígenas, los waraos, los yanomamis, etc. Es parte de la Venezuela que me gustaría conocer. Luego el desfile de los tambores que celebran San Juan (como en el Mediterráneo) en Ocumare de la Costa, en Vargas (con un tambor que llaman culo de puya). La relación que eso tiene con los antiguos esclavos, pero no me gusta la carga ideológica de las canciones.
Luego, me encantó la representación del calipso por parte de las mujeres de El Callao. El calipso representado como actitud mental, con unos trajes bellísimos y un ritmo apasionante. Además, me gusta ver cómo la mujer y el hombre venezolano bailan con los brazos abiertos, imagino que como expresión de recibir las cosas buenas de la vida. Eso ya lo había visto antes, pero hoy me percaté verdaderamente de cómo lo hacen. Ojalá, alguien me enseñe a bailar así, porque yo y un pato mareao somos igualitos.
El folklor venezolano del desfile continuó con los diablos danzantes de Naiguatá, Cata, Chuao, San Millán, Patanemo, Tinaquillo, Yare, etc. Una representación alrededor de la fiesta del Corpus Christi que, aún siendo diablos, llevan cruces en sus capas. Sorprendente, ¿no? Pero me recordó mucho a la procesión de los borrachos de Cuenca (España) donde incluso llaman cabrón a Jesús camino del Calvario a repique de tambor. El tambor heredado de los ancestros africanos, las maracas, el cuatro, suenan tan distinto a mí, y sin embargo me siento tan cercano a esos ritmos…
Aprendí lo que es el sebucán, que es el colador que se utiliza para hacer el casabe, tan típico en el oriente del país. Aprecié el colorido de los trajes de las mujeres margariteñas y de los hombres llevándose el sombrero a la cabeza, igual que descubrí el baile del mono de Caicara de Maturín: “Ahí viene el mono con una tapara… Todo el mundo baila aquí en Caicara”.
Nadie hasta hoy me había descubierto la culebra de Irepe, que son unas mujeres que bailan en tipo trencito simulando una serpiente, o a los vasallos de La Candelaria de Mérida que, con unas varitas que tocan el suelo y entre ellas se asemejan tanto a los “tornejants” de Morella o Algemesí.
Seguí disfrutando del desfile con el joropo del Llano venezolano, que al final es una evolución autóctona del flamenco español. Tras de ellos llegaron los médicos de la ciencia y la conciencia, el frente de estudiantes revolucionarios por el Bicentenario y para mí ahí acabó el desfile. No me interesa el proselitismo ni el militarismo.
Lo que me gustaría dejar patente en esta entrada es la diversidad de esta tierra. La belleza de sus gentes y de su folklor, unas tradiciones que desconocía, y de las que quiero conocer cuántas más, mejor. ¿Por qué nadie me las había enseñado hasta ahora y lo he tenido que ver en cadena nacional? Salut!

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